"Toda antología implica por definición una o muchas injusticias. De cualquier modo es una injustica menor que las obras completas".
José Emilio Pacheco
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"El principio del verano" (1951) es una película ejemplar de Yosujiro Ozu. Grabada bajo el principio de la des-dramatización subjetiva, pues todo el drama ya está constituido en los espacios, Ozu insiste en señalar que la vida desplegada en las sociedades modernas del siglo XX es una jaula que tiene como su centro productivo y represivo la cocina, lugar desde donde la mujer debe reproducir la vida doméstica y reprimirse. La protagonista, Noriko (Setsuko Hara), sabe perfectame nte esto y sabe, además, que no hay otro futuro en el mundo postbélico que ha cifrado la Segunda Guerra Mundial. Su estrategia entonces es divertirse y sacrificarse bajo sus propios códigos y no los que le dicta la forma patriarcal de ese Japón. Ozu, por su parte, vuelve a mostrar una complejidad barroca pocas veces alcanzada en el arte del siglo XX: toda la tragedia del mundo humano ya está cifrada en nuestra forma de torturar a las formas naturales y animales de este planeta. ....
Dentro de los principios barrocos que Bolívar Echeverría detecta para explicar la socialidad americana, está el principio de exageración, que etimológicamente tiene que ver con acumular. Otro principio central es derrochar. Ahí se constituye una dialéctica americana, trágica y festiva: acumular y derrochar. La base de comportamiento acumulativa se centra una y otra vez en una exageración estética y sacra, festiva y ritual. De hecho, es esa dinámica la que marca el nexo temprano entre el arte barroco y el catolicismo de la contrarreforma. A lo largo de toda la historia americana esto se manifiesta constantemente como una exacerbación de estilos artísticos, poliformas estéticas y políticas barrocas, y una infatigable ritualización de la vida cotidiana.
Bolívar Echeverría sostiene que el paradigma barroco llega a constituir un "tipo de humanidad sin el cual el panorama de lo humano quedaría sustancialmente empobrecido". Ese paradigma opera hoy como una descripción crítica fundamental de la crisis del capitalismo. Según las indicaciones de Echeverría, esa crítica se realiza al mostrar los momentos de copertenencia entre modernidad y barroquismo y señalando, a partir de estudios de caso, el carácter moderno de lo barroco y, a la par, el barroquismo que reacciona frente al capitalismo en toda la historia de la modernidad.