Enero

Ni una línea. Nada es posible. Leer es un trabajo tan infatigable como ver pasar el invierno, como poner cada día un puesto de frutas en el mercado. Ni una línea. ¿Para qué?, si se han dicho tantas tonterías para qué sumar una más... o una menos.

Acaso el último respiro es pensar sobre el fracaso. Pensar, esa acción desesperada que nos aleja del estado del tiempo, de la inminencia de la revelación: la vida es un accidente, quizá un azar... peor, una caída siniestra en el destino.

Pienso, escribo; ergo, me dispongo a tomar mi puesto en la muchedumbre de los payasos que se dedican a escribir y a vivir.

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