Bolívar Echeverría sostiene que el paradigma barroco llega a constituir un "tipo de humanidad sin el cual el panorama de lo humano quedaría sustancialmente empobrecido". Ese paradigma opera hoy como una descripción crítica fundamental de la crisis del capitalismo. Según las indicaciones de Echeverría, esa crítica se realiza al mostrar los momentos de copertenencia entre modernidad y barroquismo y señalando, a partir de estudios de caso, el carácter moderno de lo barroco y, a la par, el barroquismo que reacciona frente al capitalismo en toda la historia de la modernidad.
Dentro de los principios barrocos que Bolívar Echeverría detecta para explicar la socialidad americana, está el principio de exageración, que etimológicamente tiene que ver con acumular. Otro principio central es derrochar. Ahí se constituye una dialéctica americana, trágica y festiva: acumular y derrochar. La base de comportamiento acumulativa se centra una y otra vez en una exageración estética y sacra, festiva y ritual. De hecho, es esa dinámica la que marca el nexo temprano entre el arte barroco y el catolicismo de la contrarreforma. A lo largo de toda la historia americana esto se manifiesta constantemente como una exacerbación de estilos artísticos, poliformas estéticas y políticas barrocas, y una infatigable ritualización de la vida cotidiana.