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Tres notas de José Steinsleger, de su artículo "Líbano... ¿castigo de Dios?", publicado en La Jornada

a) "Para mantener el equilibrio síquico y aguantar la devastación emocional que nos causa la sostenida bestialidad de Israel y Washington en Líbano y Palestina se requiere de mucha fe, serenidad y honestidad. El Holocausto judío quedó atrás. El Holocausto árabe acaba de empezar.

b) A su modo, los creadores del Estado de Israel también eran soñadores. No se trata de si tenía o no derecho a existir. Se trata de entender lo que pasó ayer (y de lo que un jefe de Estado naciente advirtió ayer) para entender lo que pasa hoy. El primer jefe de gobierno de Israel, David Ben Gurion, dijo el 12 de diciembre de 1948: "El sionismo ha alcanzado su meta el 14 de mayo de 1948 con la creación del Estado judío... Este, sin embargo, no es el fin de nuestra lucha, sino que empezamos hoy y tenemos que seguir hasta crear un Estado desde el Eufrates al Nilo. Tenemos intención de conquistar más y más".

Adelantándose medio siglo a la doctrina de guerra preventiva, Ben Gurion y el "pueblo elegido de Dios" se convirtieron en el ángel exterminador del pueblo palestino. Y a propósito, vale la pena meditar en dos cosas: 1) la curiosa asociación del patriarca (sionismo = Estado judío); 2) la patética aseveración de que "no todos los judíos" apoyan el genocidio en curso del Líbano. En efecto, no todos. En Israel, apenas 92 por ciento apoya el holocausto del país árabe (Euronews, 31/7/06).

c) Conviene, entonces, tener algún Dios. Pero uno bien misericordioso, que se apoye en el artículo 51 del capítulo VII de la Carta ONU: "... ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho de legítima defensa". Es lo que justamente está haciendo Hezbollah, el "Partido de Dios", en defensa del pueblo y la soberanía nacional del Líbano."

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