Hace algunos años, más de 30, en México la clase política, esa basura que produce el sistema, se escandalizaba por los conciertos de Rock. Hoy se escandalizan por las protestas. En Londres, por ejemplo, las protestas son cíclicas y, todo mundo lo sabe, de vez en vez, harto violentas. Nadie se escandaliza, son parte del sistema. Aquí, todavía se les da un trato de acontecimiento telúrico, de posibilidad de refundación, de falta a las buenas costumbres que, creen nuestros políticos imbéciles, deben imperar en su mundo donde el capital sigue siendo religioso, una experiencia mocha.









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