Escalera de paja y voto adquirido
Para todos aquellos que vendieron su voto, en especial, pero no solamente, para los que no lo cobraron, por arrepentimiento, promesa incumplida o clausura de su Soriana más cercano, va de regalo de consolación un poema de Alfonso Reyes (realmente un fragmento del Descastado). Entre otras muchas razones, no se lo dedico a la cúpula panista o priísta o a los dueños y locutores de las televisoras, porque no lo podrían ni elementalmente entender:
Bíblica fatiga de ganarse el pan, desconsiderado miedo a la pobreza.
Con la cruz de los brazos abiertos ¡quién girara al viento como veleta!
Fatiga de ganarse el pan: como la cintura de Saturno, ciñe al mundo la Necesidad.
La Necesidad, maestra de herreros,
madre de las rejas carcelarias y de los barrotes de las puertas;
tan bestial como la coz del asno en la cara fresca de la molinera,
y tan majestuosa como el cielo.
Odio a la pobreza: para no tener que medir por peso tantos
kilogramos de hijos y criados;
para no educar a los niños en escasez de juguetes y flores;
para no criar monstruos despeinados, que alcen mañana
los puños contra la nobleza toda de la vida.
Pero ¿vale más que eso ser un Príncipe sin corona, ser un
Príncipe Internacional,
que va chapurrando todas las lenguas y viviendo por
todos los pueblos, entre la opulencia de sus recuerdos?
¿Valen más las plantas llagadas por la poca costumbre de andar
que las sordas manos sin tacto, callosas de tanto afanar?
Bíblica fatiga de ganarse el pan, desconsiderado miedo a la pobreza.
Alma, no heredamos oficio ninguno —ama loca sin economía.
Si lo compro de pan, se me acaba;
si lo compro de aceite, se me acaba.
Compraremos una escoba de paja.
Haremos
con la paja
una escalera.
La escalera ha de llegar hasta el cielo.
Y, a tanto trepar, hemos de alcanzar,
siempre adelantando una pierna a la otra.
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