EL COLOR DE LAS TUMBAS

INICIA TRASMISION

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(Llave del lavadero goteando intermitentemente)

¿Qué somos, mi señor? ¿No es acaso toda pregunta un intento menos doloso por ocultar la soledad de preguntar? Al fin, preguntarse qué soy clausura de golpe todo lo que no soy. ¿Qué paso es válido, señor, para romper con esta subjetividad brumosa?

―No, imagina antes lo Eterno: aquello trascendente, el Espíritu, donde está el progreso y la razón, donde se puede echar ese líquido caliente: ¡la historia!


-Ah, la esperanza más peligrosa del alma, mi señor, imaginar.

-Así es, salgamos a dar un paseo.

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